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Soy Cristina Santos y pertenezco al Instituto Secular Alianza en Jesús por María. He trabajado de Auxiliar de Farmacia hasta que me jubilé. Hace dos años, la salud ya no me permitía vivir en mi casa sola y decidí ingresar en una residencia de mayores de las Hijas de la Caridad en Sevilla.
No fue fácil la decisión, pero vi claro que podía seguir viviendo mi consagración en secularidad en esta realidad hasta el final de mis días.
La situación en estos momentos en la residencia está marcada totalmente por el covid-19.
¿Cómo lo estoy viviendo? El miedo al contagio ha estado siempre presente, pero he intentado mantener la serenidad y trasmitirla a mi alrededor. Los cuidados, las precauciones han sido muchas por parte de las religiosas y del personal que nos atendía.
A las personas muy mayores se les hace difícil entender por qué no podíamos salir, por qué no venían sus hijos, sus familiares y había que repetírselo, estar ahí al lado de ellos acompañando esa soledad y tristeza que en tantos momentos sienten… Es una escucha permanente, un acompañamiento personal a diario…creo que el Señor me ofrece este regalo de poder estar pendiente de quien me necesita, ellos son mi familia en la residencia.
Aunque ya están saliendo todas las personas en las distintas franjas horarias, sin embargo, en las residencias no sabemos cuándo nos dejarán salir. Se nos está haciendo difícil este confinamiento. Es una realidad que intento vivir y transmitir con sosiego, aceptando el día a día sin pensar qué pasará mañana. El Señor da en cada momento suficientes fuerzas para todo lo que se va presentando. Se trata de vivir en la sorpresa que presenta lo cotidiano.
Me encuentro bastante integrada en la residencia, colaborando en todo lo que puedo. En este momento de especial confinamiento he descubierto, de manera especial, que siempre se puede ser útil, que las personas son lo más importante y que, a cada paso, tienes algo que dar y también mucho que recibir.
Mi futuro lo veo de la mano de Dios. Yo seguiré caminando porque Él va conmigo. No puedo más que dar gracias a Dios y vivir con esta constante actitud agradecida por tanto como he recibido de mi familia, con la que ahora sólo puedo tener contacto telefónico, del Instituto, con el que mantengo una comunicación fraterna de constantes llamadas, correos electrónicos, que me hacen sentirme unida a toda la Alianza y ahora, de la acogida de esta residencia, que se ha convertido en mi hogar y desde el que me toca vivir mi secularidad consagrada.
Gracias, Señor…
Cristina Santos Delgado