Misioneras Apostólicas de la Caridad

1º) Viví la cuarentena en familia, con una hermana. Fue una experiencia de desierto de la que salí muy enriquecida. Tuve tiempo para profundizar en la presencia de la Trinidad en el alma, dejarme mirar y transformar por Cristo, orar mucho con un corazón universal pidiendo por la situación de la Iglesia y de la humanidad, uniéndome a la oración que proponía el Papa, nuestra Diócesis y la Parroquia.

Me ayudó mucho vivir todas las celebraciones que transmitió 13 T.V. y todo lo que nos llegó del Instituto y de la Parroquia. Estuve  comunicada con los miembros del Instituto, viviendo muy unida a todas las Misioneras nuestro aniversario fundacional. Además me comuniqué con los miembros del grupo parroquial.

2º) He descubierto la riqueza que es tener una Parroquia con Misa diaria, con la iglesia abierta, en la que Cristo vivo está en el Sagrario amándome, esperando mi visita y deseando le hable a otras personas del amor que les tiene.

También, el amor y entrega de tantas personas: sacerdotes, consagrados, médicos, enfermeras y personal sanitario que han dado su vida atendiendo a los enfermos. La presencia de Cristo en las personas, a través de las que sigue actuando, y en toda situación de sufrimiento.

3º) Afronto el futuro con esperanza, convencida de que saldremos purificados, con una fe más viva y un corazón más generoso y solidario.

María José Pallares Montero
(Misionera Apostólica de la Caridad)